Había una mujer guapa, inteligente y creativa. Que tenía la sensación que todo le iba muy mal.

Ya había cumplido los cuarenta y no había encontrado a su media naranja. Tampoco le importaba mucho.

Laboralmente tenía el trabajo de sus sueños, pero había llegado un momento en el que sentía que, no le llenaba. No disfrutaba de lo que amaba. Muchos días se iba a la cama decepcionada.

Vivía con su perrita, Lila, una podenquita de color naranja, que la esperaba con ansia cada vez que llegaba a casa. Y la quería de manera auténtica y desinteresada.

Su vida era un caos, necesitaba algo. Y una amiga le ofreció una Intervención Estratégica, ya que necesitaba personas para sus prácticas.

Y así es como la conocí. Llego a mi vida y sin quererlo la transformo. Ya que, cuando dos almas afines se encuentran, todo cambia, cuando pueden ser uno mismo y no tiene reparo para mostrarse.

La vulnerabilidad nos da fuerza y fortaleza. Es una realidad. El ser consciente de nuestros límites, nos ayuda a saber hasta dónde podemos llegar; e intentar ir un poco más allá.

En una Intervención Estratégica, detectamos que emociones nos bloquean. No nos permiten alcanzar nuestros sueños. Detectamos el origen y descubrimos el patrón que nos limita y sin ser conscientes, repetimos una y otra vez.

Nos muestra que podemos transformar en nuestra vida, y que sea efectiva. Sostenible en el tiempo.

El conocer si una situación es buena para mí, para mi gente, mi entorno y si se puede mantener en el tiempo. Es un filtro maravilloso que nos permite avanzar y cambiar aquello que, solo nos aporta dolor y sufrimiento.

Por eso, Marian, al acercarse a la intervención Estrategico. Recuperó el control que había perdido en su vida. Descubrió todo su poder y potencial. Dejo de quejarse y puso soluciones a los problemas q le acechaban.

Esta es su historia, que siente, tiene que compartirla con el mundo.